Alga

f. Vegetales con una estructura sencilla que se desarrollan y se nutren en el agua. Dentro de estos encontramos las algas unicelulares, microalgas, o fitoplacton, que son microscòpicas y representan el primer eslabón de la cadena alimentaria de los animales marinos. Por otro lado están las algas pluricelulares y macroalgas, que son las denominadas algas marinas. Las de agua dulces, en clara minoría no son tan rica en nutrientes. Estas plantas de mar se diferencian de las terrestres en que no tienen raíces, flores ni frutos. Se fijan a las rocas o al sustrato mediante rizoides o disco basal -una especie de ventosa – y en ningún caso las algas se alimentan a través de ellos, como ocurre con las raíces de las plantas terrestres. Sólo les sirven de fijación. Tampoco tienen flores ni frutos. Se reproducen por esporas, por división de su talo y por gametos, que se fecundan mientras nadan. El alimento lo consiguen del agua que las rodea a través de toda su superficie transformando y almacenando los ricos nutrientes disueltos en el agua: sintetizan materia orgánica a partir de compuestos inorgánicos, fijando en sus células los principales minerales y oligoelementos, las proteínas, vitaminas, glúcidos y, en menor proporción, los lípidos. Las algas aportan su riqueza en minerales y oligoelementos, proteínas, vitaminas, en unas proporciones ideales para el mantenimiento de la salud. Actúan también como estimulante del metabolismo, incrementan la actividad de las glándulas endocrinas, la circulación sanguínea, los intercambios de minerales y la eliminación de toxones. Mención especial merece la vitamina B12, ausente en los vegetales terrestres. Su contenido en fibra es superior a la de la lechuga y similar a la de la col. Sus proteínas contienen todos los aminoácidos esenciales y 9 aminoácidos no esenciales

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